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sábado, mayo 17, 2025
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    Una falsa acusación casi termina en tragedia: el calvario de un joven con autismo en Tigre

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    GENERAL PACHECO – Matías Fulco tiene 28 años y un diagnóstico dentro del espectro autista, con síndrome de Asperger. Su vida transcurría con cierta rutina en su hogar junto a su madre, Natalia, hasta que una campaña de difamación en redes sociales lo transformó en blanco de una persecución virtual y física que rozó lo trágico. Acusado falsamente de torturar animales, Matías se convirtió en el blanco de la furia colectiva: su casa fue atacada, recibió cientos de amenazas y hasta intentaron prenderle fuego el hogar.

    Todo comenzó el 27 de marzo, cuando Natalia recibió en su celular una imagen inquietante: la foto de su hijo, su dirección y una acusación desgarradora. La imagen circulaba por redes sociales, apuntando a Matías como el autor de videos que mostraban escenas de extrema crueldad animal. En cuestión de horas, el rumor creció, alimentado por perfiles anónimos y compartido por algunos influencers y grupos de proteccionistas. La violencia digital no tardó en trasladarse al plano físico: vecinos indignados se acercaron a la casa familiar para realizar escraches, apedrearla y amenazar con incendiarla.

    Lo más alarmante de esta historia es que Matías jamás tuvo relación con los hechos que se le imputaban. La investigación posterior reveló que todo había sido parte de una elaborada maniobra de suplantación de identidad. El autor fue identificado como Adrián, un joven de 22 años con antecedentes por ciberacoso, quien desde la zona de San Justo creó perfiles falsos en redes sociales utilizando el nombre, fotografía y datos personales de Matías. Desde esas cuentas, difundía contenido violento contra animales y provocaciones dirigidas al público.

    “No sabíamos de dónde venía el odio. Solo llegaban amenazas”, cuenta Natalia. Una de ellas, especialmente aterradora, decía: “Te lo vamos a devolver en una bolsa negra, como hace él con los gatitos”. En total, estima que recibió más de 700 mensajes intimidatorios. La presión fue tal que Matías, abrumado y aterrado, intentó quitarse la vida. En un momento de desesperación, envió a un grupo de WhatsApp una imagen suya con un cuchillo al cuello. Su familia logró intervenir a tiempo, pero esa misma imagen luego fue reutilizada por usuarios malintencionados para seguir alimentando el acoso.

    El abogado Esteban Sparrow, especialista en ciberdelitos, tomó el caso y promovió una investigación judicial junto con la fiscalía de Alejandro Musso. A través del rastreo de las IP y otras pruebas digitales, se localizó el origen de los perfiles falsos: una vivienda en San Justo. El allanamiento concluyó con la detención de Adrián, quien confesó haber armado toda la farsa “por diversión”. Según se supo después, el joven tiene un diagnóstico de esquizofrenia y ya había protagonizado incidentes similares.

    Pese a la gravedad del caso, Adrián fue liberado debido a su condición médica, mientras que los posteos falsos continúan circulando, multiplicando el daño. Matías, por su parte, aún no puede volver a su casa. Su estado emocional es frágil: se esconde al escuchar ruidos, evita salir de su habitación y vive en un estado de alerta constante.

    “Esto destruyó su confianza, su tranquilidad, su mundo”, expresa su madre con dolor. “Solo quiero que se sepa que mi hijo es inocente. Que nada de lo que dijeron fue cierto. Y que alguien se haga responsable del daño que nos hicieron.”

    La familia Fulco ahora lucha por recuperar su vida y limpiar el nombre de Matías. También piden mayor responsabilidad a quienes difundieron las acusaciones sin verificar su veracidad, y exigen a la Justicia que avance con firmeza para determinar si hubo más cómplices o instigadores en esta cadena de violencia.

    El caso de Matías pone en evidencia el poder destructivo de las redes sociales cuando son utilizadas sin filtros ni chequeo, y el impacto devastador que una falsa acusación puede tener en la vida de una persona vulnerable. Lo que comenzó como una broma enfermiza terminó siendo una pesadilla que aún no termina.

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