53 AÑOS DE UN LUGAR ENTRE LO TERRENAL Y LO DIVINO
El Jardín Japonés es un emblema representativo de la relación de los inmigrantes japoneses y la comunidad de Escobar. Una relación que al cabo de los años ha continuado y continuará a través de sus descendientes. El mítico lugar, que concentra la historia y la cultura milenaria de Japón, cumplió un nuevo aniversario y el intendente interino, Carlos «Beto» Ramil, acudió al acto recordatorio. Por la comunidad japonesa estuvieron Tetsuya Hirose y Yasuo Inomata, su diseñador, quienes contaron parte de la historia del hermoso lugar.
El lugar fue un regalo de la comunidad japonesa en retribución a la hospitalidad recibida cuando llegaron a estas tierras. Fue inaugurado el 4 de octubre de 1969, sobre una superficie de 2.500 m2.
El predio está ubicado en Alberdi y Spadaccini, al lado del Registro Civil de Belén y nada tiene que envidiarle al de Palermo. Se llama Tsukiyama Sansui, que significa montaña de agua.
El Jardín Japonés tiene una cuidada jardinería, peces carpa, tranquilidad, elementos de piedra y madera. Es ideal para calmar la cabeza y disfrutar de esta arquitectura tan bella. Las farolas son de piedra y fueron donadas y traídas desde el Japón. Los peces, también. Entre otros atractivos, el espacio cuenta con un puente de granito y con el Taikobashi, el característico puente color rojo que simboliza la unión del mundo terrenal y el divino, y el paso de la vida humana a la vida celestial. Su distintivo color y forma semicircular, son elementos heredados de la tradición china. «Se dice que cuando lo atravesamos, llegamos a la Isla de los Dioses en donde estaremos purificados y aliviados», revelaron desde el Jardín Japonés.
«Cercano al cumpleaños de nuestro distrito, tenemos el 53° aniversario del Jardín Japonés. Recién estábamos haciendo cuentas con dos hombres que la verdad es un orgullo conocerlos (Hirose e Inomata) y que cuenten en primera persona la historia de este jardín japonés. Recién nos contaban cómo iban a cada una de las provincias, recorriendo para juntar las piedras. El propio ‘Techa’ me contaba que se tiraba a nadar, Inomata era el que daba las indicaciones de cómo balancear las piedras. Son esas historias que uno no se puede perder. Es hermoso, es uno de los atractivos turísticos que tiene nuestro distrito. Recorrerlo con ‘Techa’ e Inomata es más hermoso aún porque son parte de la historia de lo que es este Jardín Japonés. Fue parte de una ofrenda que entregó la comunidad japonesa al pueblo de Escobar por ese recibimiento, que por suerte es el que seguimos teniendo con todas las comunidades. Tenemos los brazos abiertos para recibir a todos los habitantes del mundo y poder seguir creciendo en esta heterogeneidad que nos enriquece tanto», destacó Ramil.
«‘Techa’ me comentaba de la visita de un embajador japonés, que lo conoció, en la tierra de los jardines japoneses, y se quedó deslumbrado. Y me contaba también la anécdota que fue quien envió por avión una de las primeras carpas que después se reprodujeron y son las que están en Palermo, en Parque Centenario, que de aquí se fueron trasladando. Son también las mismas que tenemos en el lago de la Fiesta Nacional de la Flor».
Ramil, además, «invito a que vengan, aunque ya lo conozcan. Venir acá, pasear, sentarse en uno de los banquitos, te desconecta. Es un lugar hermoso que lo tenemos que valorar, pero por sobre todo disfrutarlo».
El Jardín Japonés es un lugar sagrado, un espacio para la meditación, para armonizar el cuerpo y el alma y contemplar el paisaje que representa la naturaleza y la geografía japonesa a pequeña escala.
Cada elemento tiene un significado: la entrada al Jardín, las farolas, los puentes, las piedras, la montaña, el lago y la cascada, el ombú, el ginkgo biliba y los peces Koi (carpa).
En la ceremonia también estuvo presente el presidente de la Asociación Japonesa de Escobar, Alfredo Hiki; y representantes de la Asociación Japonesa Sarmiento, de José C. Paz, quienes ofrecieron una actuación de canto, taikos y una tradicional danza bon odori.