TENSIÓN – La llegada del destructor USS Gravely al puerto de Puerto España, en Trinidad y Tobago, desató una fuerte reacción del gobierno venezolano. Caracas calificó la maniobra como una “provocación militar” y acusó a Estados Unidos de intentar desestabilizar la región. Según el Comando Sur, el navío participa en ejercicios conjuntos contra el crimen transnacional y misiones de cooperación marítima. Sin embargo, la presencia del buque en el Caribe reavivó el debate sobre la creciente militarización de la zona.
El Ministerio de Defensa de Venezuela advirtió que responderá “por la vía diplomática” a lo que considera una amenaza directa a su soberanía. En respuesta, funcionarios de Washington aseguraron que la operación tiene fines humanitarios y busca fortalecer la seguridad regional. Aun así, gobiernos de la Comunidad del Caribe (CARICOM) expresaron inquietud por el aumento de la presencia militar extranjera.
En Trinidad y Tobago se registraron protestas frente a la base naval donde atracó el destructor. Organizaciones locales denunciaron que su país está siendo utilizado como plataforma de operaciones, mientras que grupos opositores respaldaron el vínculo con Estados Unidos. Analistas señalan que la llegada del USS Gravely se produce en un contexto de presión internacional sobre Venezuela, todavía afectada por sanciones económicas.
La Casa Blanca evita hablar de provocación, pero su decisión coincide con nuevos operativos contra el narcotráfico en aguas del Caribe. Para observadores diplomáticos, la visita del buque es una muestra de poder que refuerza el mensaje de que Washington seguirá activo en la región. En Caracas, Nicolás Maduro afirmó que su gobierno “no caerá en provocaciones”, aunque convocó a sus aliados del ALBA a debatir el tema. El episodio evidencia la disputa por la influencia en América Latina y anticipa nuevas tensiones en el Caribe.
Un destructor estadounidense genera reclamos de Venezuela y alerta regional
