FRACASO – Las negociaciones para crear un tratado mundial que limite la producción y el uso de plásticos acaban de colapsar. Después de semanas de reuniones, los delegados de más de 170 países no lograron acordar un texto común. El objetivo era fijar metas concretas para reducir la contaminación que asfixia océanos y ecosistemas. Sin embargo, los intereses económicos de las grandes industrias del petróleo y la química pesaron más que la urgencia ambiental.
La cumbre, celebrada en Nairobi bajo el auspicio de Naciones Unidas, terminó sin avances significativos. Los países productores de plástico —encabezados por Estados Unidos, Arabia Saudita y China— se negaron a aceptar límites obligatorios en la fabricación de polímeros vírgenes. En cambio, propusieron soluciones “voluntarias” y mayor reciclaje, algo que los países más afectados consideran insuficiente.
El fracaso generó frustración entre las organizaciones ecologistas. “Perdimos una oportunidad histórica para cambiar el rumbo”, señaló Greenpeace. Según datos de la ONU, cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico, y solo el 9% se recicla. El resto termina en vertederos, ríos o mares. La situación ya es crítica: se calcula que para 2050 podría haber más plástico que peces en los océanos si no se actúa con rapidez.
El problema va más allá de la basura visible. La producción de plástico depende del petróleo, lo que agrava el cambio climático. Además, las micro partículas ya están presentes en el aire, el agua y hasta en los alimentos. Frente a eso, los países insulares del Pacífico, los más vulnerables, pidieron “medidas urgentes y vinculantes”. Pero la respuesta fue el silencio.
Ahora, las negociaciones se postergarán hasta 2026, con la esperanza de retomar un consenso. Mientras tanto, el planeta sigue acumulando residuos que tardarán siglos en degradarse. Otra vez, los discursos verdes quedaron sepultados bajo montañas de plástico.