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sábado, junio 3, 2023

Por VGM Enrique Oscar Aguilar

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Operación Rosario – El inicio de la batalla de las Islas Malvinas – Parte IV

Relato del teniente de Fragata, Buzo Táctico, Diego Fernando García Quiroga, participante de la recuperación de las Islas Malvinas el 02 de abril de 1982, incluido en “Operación Rosario”, obra compilada por el Contralmirante IM (R) Carlos Busser.

Un día antes del desembarco, el 01 de abril, nos informaron un cambio de planes: debíamos tomar la casa del Gobernador, e inducirlo a convencer a la población acerca de lo inútil de una resistencia. Como misión colateral, debíamos marcar una pista de aterrizaje para el helicóptero que traería al primer escalón de apoyo, en una cancha de fútbol lindera.
El Capitán Gaffoglio se había transbordado y se encontraba con las fotos en el Almirante Irizar, con lo que no teníamos forma de saber cómo era el objetivo. No obstante, el Capitán Giachino se ingenió para obtener la mayor cantidad de datos posibles, y la sensación general era que no había custodia fuerte en la casa.
Hasta el momento de tocar la playa con los botes, la medianoche del 01 de abril, el gran miedo, aun para los que quedaban en los buques era que la operación no se realizara, cosa que sabíamos podía ocurrir en cualquier momento.
La noche del desembarco cenamos en forma ligera; algunas caras estaban manchadas por el camuflado innecesario a ciertas caras, como bromeaba el Teniente Bardi refiriéndose a algunos de nosotros de tez bastante criolla. Recuerdo la molestia profética del Capitán por la ausencia de una máquina fotográfica para documentar lo que ya llamábamos la última cena.
El ánimo estaba alto. Durante la reunión previa al desembarco, camuflarse bien, vestirse de traje seco, verificar el armamento, etc. el Capitán Giachino nos recordaba con voz serena en la penumbra de las luces rojas del taller en donde nos preparábamos: “Abran bien los ojos, porque para los que vuelvan, ésta será la primera vez que estarán en combate real y esa experiencia habrá que transmitirla.”
Fuimos bajando a los botes a medida que nos llamaban, descolgándonos mediante pescantes construidos a ese fin. La noche era negra, oscura como pocas. “Ideal para un ataque” pensé. Manos que nos guiaban, que nos apretaban firmes, susurros de “Suerte” “Los esperamos”, y alguien que me desliza un caramelo en la mano.
Los botes se encolumnan a popa del buque y una vez listos todos, zarpamos siguiendo las aguas del primero, Capitán Sánchez Sabarots. Eran 21 botes en total.

Continúa…

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