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viernes, abril 18, 2025
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    Marisa Marziano: “En Escobar hay un montón de gente buena”

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    Hija y nieta de una querida familia escobarense Marisa Marziano reconstruye anécdotas y momentos inolvidables, mientras vuelve a sembrar los valores que recibió.

     

    Hija mayor del matrimonio de Juan Pablo“Polo”Marziano y Perla Gugliatto, Marisa nació el 25 de marzo de 1959. Su hermano, Juan Pablo, “Yani”, es un año y medio menor. Tiene además a su hermano Hugo “Kuki, 10 años mayor, solo hijo de su mama.Cuando era pequeña sus padres decidieron irse a vivir al Paraná de las Palmas. “Era del lado del continente pero una especie de isla muy chiquita, hoy sigue estando la casa. Mis padres junto a mi tío Titinotenían frigorífico en Loma Verde. Mi casa estaba en la esquina de Asborno y Tapia de Cruz, y la carnicería al lado. El que era mi  dormitorio, que compartía con mis primos  Miriam y Robi y mi hermano Yani, hoy es María Pía. Los ventanales tenían barrales de bronce y mirillas por donde mirábamos a todo el mundo pasar por la vereda. Donde ahora está el espejo había una puerta plegadiza que dividía los ambientes porque del otro lado estaba la habitación de mis abuelos. Debajo del bar hay un sótano”.

    Los abuelos, Severino y Alma, jugaron un papel fundamental en su crianza. “De la abuela, fui su primera nieta mujer por parte de los hijos varones. Fui muy mimada por mi papa. A través de la música compartíamos muchos momentos. Él era tenor, estudio en el Teatro Colon. Le gustaba mucho el baile y las reuniones familiares Yo era su compañera de baile en todos los lugares a donde iba. Era una familia artística. De mi mama absorbí el gusto por las  manualidades. Creo que mame mucho de ahí. En la casa vivían también mi prima Marietta y su hijo. La abuela la había como adoptado y era una integrante más de la familia. Ella se encargaba de cocinar. Era una hacedora de empanadas y riquísimos pasteles de papa”.

    Marisa curso sus estudios primarios y parte del secundario en el colegio Santa María. “Entre mis compañeros recuerdo a Elisabet Santroni, que vivía a la vuelta de mi casa, donde ahora esta Telered. Teresita Hernández, Cristina Benceñe, Laura Moyano, Marina Sollazo, sus abuelos tenían la carnicería Milite al lado de mi casa, hoy Puerto Franco”. Culmino los estudios en el instituto Belgrano en el año 78 y cursa dos años y medio más en  el Instituto de Formación Docente N° 1 de Pilar. “En el secundario mis compañeras eran LuliRusso, Estela Ferreyra, María Ester Longo, Isabel Focarazi, y la “gorda” Suanes y de los chicos Carlitos Gabriel, José Luis Blois, y el hoy veterinario  Freddy López.”

    Mientras toma un café en la ahora confitería, Marisa mira a su alrededor y recuerda: “Donde ahora está la roquería la casa tenía un zaguán. Allí me quede a dormir varias veces (ríe) porque me cerraban la segunda puerta cancel para que yo no pudiera pasar. Yo salía por la ventana y me escapaba para ir a ver al que hoy es mi marido. Cuando volvía podía entrar por el zaguán pero sólo hasta la puerta con cancel. Ese era el castigo por salir sin avisar» (dice mientras sonríe). “Al primer boliche que fui a bailar fue Kings, porque era de mi tía Ardemia Lali. Después a Kabuki, a full y también a Cuernavaca, porque antes nos íbamos a las picadas de la curva  en Pilar.

    A los 17 años, un 26 de abril  se pone de novio con “Quique“y nueve años después, el mismo día, en el año 85, se casan. “Quique siempre me apoyo en todo. Era el motor Siempre fue el más pensante. Es mi mano derecha en el negocio. Siempre me dice que me  quede tranquila. Cuando estudiaba o trabajaba o emprendía algo él siempre decía: “quedate tranquila que en casa estoy yo. Es el hacedor. El constructor de mis sueños”.

    Cuando Marisa tiene 29 años nace su hija, Magali, y deja de ejercer como docente. “Yo trabajaba a la mañana como secretaria en la Clínica Privada, y a la tarde en una escuela. A los seis meses de embarazo muere mi papá y empiezo a sufrir de alta presión y quedo internada tres meses hasta el final del embarazo».

    Luego de pasar por varios emprendimientos, en el año 2008 y gracias a un increíble ofrecimiento de Evelia Duarte (la ex esposa de DadyBrieva) Marisa se dedica a la confección y alquiler de trajes y disfraces. Esta actividad no solo se ha convertido en un exitoso negocio sino que le permitió desarrollar toda la creatividad y el talento al que la familia Marziano nos tiene acostumbrados.

    En el año 2009 ocurre un evento que queda marcado en su corazón. “Sentía que tenía que hacer algo por los otros y no sabía que. Hasta que llame al hospital Garraham y hable con su directora contándole que quería hacer algo para Navidad y Reyes. Me dice que había 900 chicos internados y ambulatorios 2500. Y allá fui. 15 días antes me puse a hacer una colecta con la gente de Escobar, que es tan solidaria. ¡Y junte tanto! Me donaron juguetes, golosinas, libros de cuento,  y hasta pintura para una de las salas. Me tuve que ir con dos camionetas a llevarlo. Éramos tres grupos de Reyes Magos y cinco Papa Noel y cinco Payasos. A cada chico le dimos su regalo en mano”. Cuando la directora del hospital envió una carta de agradecimiento, Marisa saco duplicados y los entrego a cada uno de los donantes y colaboradores.

    Marisa mantiene una estrecha relación con su madre, próxima a cumplir 90 años. “Es mi mano derecha en lo que hoy es mi negocio, me acompaña y me apoya en todas mis locuras. Mi hija también. Mi único sueño por cumplir es tener muchos nietos. Para contarles miles de anécdotas, y que revivan lo bello que fue Escobar…No tengo cosas para arrepentirme porque fue una vida sencilla. Quizá me hubiera gustado que mi papa me viera con un título universitario. Pero mis padres nunca me hicieron reclamos porque para ellos lo que yo les daba era suficiente.”

    Marisa vuelve a recorrer con la morada cada rincón de lo que fue una parte de su casa de la niñez y dice: “Aquí viví los momentos más hermosos de mi vida. Tuve una infancia y una adolescencia ejemplar, que muchos hubieran querido tener. Vivía en medio dela ciudad y si me quería evadir me iba a la casa dela isla. La naturaleza, andar en bote por el río, salir a cantar con mi papa… y también era el sacrificio porque si venia una inundación y mis padres estaban en el frigorífico ya sabíamos con mi hermano Yani que teníamos que levantar la casa completa”….”Yo siempre cultive anécdotas. De gente buena, de gente solidaria, que me llenaron de amor. Siempre le digo a mi hija que por Escobar puede andar tranquila, porque hay un montón de gente buena”.

     

    Graciela Zorrilla

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