LEGISLATIVAS 2025 – La Libertad Avanza logró 9,8 millones de votos y 64 bancas, pero 11,5 millones optaron por no ir a las urnas. El fenómeno evidenció el desgaste del peronismo y la volatilidad del voto joven.
El resultado electoral del 26 de octubre dejó un dato que atraviesa todo el mapa político argentino: además del 40,66% obtenido por La Libertad Avanza (LLA), 11,5 millones de argentinos no asistieron a votar, configurando el mayor ausentismo desde el retorno de la democracia en 1983. Solo participó el 67,85% del padrón, según la Cámara Nacional Electoral (CNE). Ese vacío electoral instaló un nuevo actor político: el voto ausente, compuesto por sectores que expresaron rechazo, cansancio o desconfianza hacia todas las fuerzas.
Pese al fuerte nivel de abstención, Javier Milei celebró un triunfo contundente en las legislativas: 9,8 millones de votos (40,66%) y 64 nuevas bancas en Diputados, alcanzando un bloque de 94. Ganó en 16 provincias, incluida Buenos Aires, donde superó por primera vez al peronismo con 41,45% frente a 40,91% de Fuerza Patria (FP). Sin embargo, LLA perdió 4,7 millones de votos respecto al balotaje 2023. Consultoras como Poliarquía y CELAG coinciden en que entre 2,5 y 3 millones de exvotantes libertarios se sumaron al ausentismo. El desencanto estuvo alimentado por el impacto social del ajuste económico y por escándalos como el colapso del memecoin $LIBRA o audios internos que afectaron la imagen de transparencia del gobierno.
El fenómeno del ausentismo se concentró entre jóvenes de 16 a 35 años y clases medias urbanas, según el Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral. La participación cayó 10 puntos en la Ciudad de Buenos Aires (58%) y 9 en la provincia de Buenos Aires (65%). La reciente incorporación de la Boleta Única de Papel no revirtió la apatía electoral.
En paralelo, el peronismo nucleado en Fuerza Patria sufrió un retroceso histórico: cayó a 7,6 millones de votos (31,67%), 4 millones menos que en 2023. Si bien mantiene 96 diputados y 11 gobernadores, quedó lejos de disputar la hegemonía legislativa. La crisis interna se profundizó: Axel Kicillof buscó capitalizar el resultado bonaerense, mientras sectores kirchneristas cuestionaron su conducción. Cristina Fernández de Kirchner, en arresto domiciliario, se mantuvo como referencia simbólica de un núcleo duro de seis millones de votos.
En el tablero político emergieron terceras vías, aunque de peso limitado. Provincias Unidas, liderada por Juan Schiaretti, absorbió voto desencantado no peronista en Córdoba e interior del país. En CABA, Ricardo López Murphy (Potencia) capturó sufragio liberal crítico del oficialismo, aunque sin bancas. Estas expresiones fragmentaron el electorado moderado pero no lograron romper la polarización.
El trasfondo económico explica parte del ausentismo. Si bien el gobierno exhibe un superávit fiscal del 1,6% del PBI y una desinflación sostenida al 30–40% anual, la recesión golpea consumo y empleo. Según CAME, las ventas minoristas cayeron 15% y los salarios reales siguen atrasados frente a tarifas y precios. La pobreza bajó a 31,6% —tras el pico de 52,9% en 2024— pero a costa de transferencia social y caída del poder adquisitivo.
Con 25 senadores afines y acuerdos puntuales con PRO y UCR, Milei buscará consolidar su agenda de reformas con foco en déficit cero, RIGI e inversiones. Pero el desafío que deja esta elección excede al mapa legislativo: casi uno de cada tres argentinos habilitados decidió no votar. La desafección política, el desgaste económico y el hartazgo social se convirtieron en el mensaje central de las urnas.
El resultado deja una pregunta abierta para 2027: ¿se consolidará un nuevo bloque silencioso que opte por la abstención como forma de protesta o el sistema político logrará reconstruir representación y confianza?