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domingo, enero 19, 2025
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    La Hidrovía Paraná-Paraguay se convierte en uno de los ejes principales de la política de seguridad mundial

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    VULNERABILIDAD – Si bien no es novedad, desde comienzos de la década existen informes precisos acerca del accionar de organizaciones criminales trasnacionales que utilizan la vía troncal fluvial para llevar cocaína y otras drogas al mercado europeo, asiático e incluso de Oceanía.

    El contexto actual vuelve a poner sobre la mesa la gravedad de la crisis de seguridad que implican la falta de controles para evitar que los productos ilícitos alcancen el Océano Atlántico.

    Recientemente, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que declarará a los cárteles del narcotráfico como terroristas, lo que llevaría a combatirlos con el mayor poder de fuego e inteligencia disponible en América del Norte.

    Para el experto en seguridad pública, Jorge Luis Vidal, “Trump lo hace para presionar a México, porque dentro de la ley norteamericana, cuando se declara terrorista a un grupo que tiene incidencia en el delito, con acciones violentas que provocal la muerte de ciudadanos dentro de Estados Unidos, se puede ir tras ellos. Por eso Andrés Manuel López Obrador, el ex presidente mexicano, le dijo a Donald Trump, cuando éste estaba en campaña, que ni se le ocurra llevar adelante esa acción porque se trataría de una violación de la soberanía de México. Es decir, enviar grupos, comandos, a luchar en territorio mexicano para desarticular a aquellas bandas, a aquellos cárteles ya considerados terroristas por Estados Unidos, según Trump, en territorio mexicano. Pero, en principio, es una manera de presionar al Estado mexicano”.

    Ahora bien, en Argentina, el aliado político más importante en la región sudamericana de Donald Trump es el presidente, Javier Milei, cuya administración realizará una compulsa internacional para el dragado y balizamiento de la hidrovía Paraná-Paraguay que constituye una autopista fluvial vital para la economía de los países que integran el Mercosur y por donde tienen salida los productos que la región le ofrece al mundo.

    Pero no se trata sólo de conciliar la mejor oferta por el servicio logístico. También se trata de una cuestión de seguridad mundial.

    La sintonía con la administración republicana que asumirá el control de la Casa Blanca llega al límite de permitir la instalación de militares norteamericanos en la Hidrovía Paraná-Paraguay. La Autoridad General de Puertos (AGP), en una de sus últimas funciones puesto que es un organismo que será eliminado, firmó un memorándum de entendimiento que habilita la llegada del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense en una de las cuencas de agua dulce más grandes del mundo.

    Por otra parte, un informe periodístico del Washington Post, muy detallado, da cuenta de las distintas brechas de seguridad en la Hidrovía que medios como NA vienen señalando desde hace tiempo.

    La hidrovía Paraguay-Paraná, con una longitud de aproximadamente 3,400 kilómetros, atraviesa cinco países sudamericanos: Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. Diseñada para ser un eje clave de la actividad económica, conecta 150 puertos y mueve millones de toneladas de carga al año, alimentando esperanzas de crecimiento económico.

    Sin embargo, como señaló The Washington Post, este río de comercio se ha transformado en un río de peligro. Con el tiempo, los traficantes han tomado el control de esta promesa, utilizándola como una ruta clave para el contrabando de cocaína hacia Europa.

    La autopista fluvial fue inaugurada en 1992, para competir con las grandes rutas comerciales globales, enlazando las áreas agrícolas del continente con los mercados mundiales.

    La importancia logística para el comercio lícito está fuera de toda duda pero la ONU puso la lupa a través de su oficina contra la Droga y el Delito (UNODC) y reveló un aumento de cinco veces en las incautaciones de cocaína relacionadas con la hidrovía entre 2010 y 2021, lo que destaca su creciente papel en el comercio mundial de drogas.

    Con las denuncias en las embajadas y en los despachos gubernamentales se activaron más controles que terminaron por ser insuficientes frente a la imaginación y el poder de corrupción de las redes del crimen organizado.

    En junio de 2022, la Aduana argentina tomó la decisión de comenzar a escanear todos los containers que hacen trasbordos en los puertos de Rosario, Buenos Aires o San Nicolás. Especialmente, los provenientes de Paraguay con destino a países de Europa o África. La cocaína que pasa de contrabando proviene de Bolivia y Perú.

    El circuito de tráfico ilegal se originó, principalmente, en los puertos de Paraguay, continuaba en barcazas a lo largo de la Hidrovía y luego pasaba a barcos de gran porte en Argentina antes de salir al océano Atlántico.

    Lo cierto es que la crisis de seguridad mundial que implica el comercio de drogas ilícitas fue advertida en el año 2021 por las Naciones Unidas cuyos funcionarios redactaron varios dossiers explicando que los narcos en Bolivia estaban creando varios corredores a lo largo de ríos y canales en el país andino, lo que amenaza con complicar los esfuerzos del país por detener el flujo de cocaína a mercados internacionales.

    Las Naciones Unidas afirmaron ese mismo año que los narcotraficantes estaban comenzando a utilizar la hidrovía Paraguay-Paraná en la frontera este del país, que lo conecta con sistemas fluviales de toda la región y facilita el acceso a los compradores de África y Europa.

    Nadie puede decir que no sabía. Hoy, la Hidrovía no es sólo sinónimo de una licitación millonaria por su dragado también es foco de una cuestión de seguridad mundial.

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