MEDIO AMBIENTE – Un informe reciente elaborado por organismos internacionales de monitoreo ambiental reveló que la Amazonía perdió más de 10.000 kilómetros cuadrados de selva en el último año, la cifra más alta desde 2015. La tala ilegal, los incendios provocados y la expansión de la ganadería y la agricultura extensiva son los principales factores que explican este retroceso. Brasil, Bolivia y Perú concentran la mayor parte de la pérdida forestal, aunque otros países amazónicos también reportaron incrementos preocupantes.
La deforestación implica no solo un grave daño a la biodiversidad, sino también un fuerte impacto en la lucha contra el cambio climático, ya que la selva amazónica es considerada uno de los mayores sumideros de carbono del planeta. Comunidades indígenas denuncian que las autoridades nacionales no están garantizando su seguridad ni sus derechos territoriales frente a grupos armados vinculados al negocio maderero. Organizaciones ambientalistas exigen reforzar los mecanismos de control y endurecer las sanciones contra las mafias que operan en la zona.
La ONU y la Unión Europea advirtieron que el mundo no podrá cumplir con las metas climáticas si continúa esta tendencia, mientras que científicos alertan que podría alcanzarse un “punto de no retorno” en menos de dos décadas: si la deforestación supera cierto umbral, la selva dejaría de regenerarse y pasaría a convertirse en sabana. Frente a este panorama, gobiernos regionales prometieron nuevas medidas, aunque expertos advierten que la brecha entre los anuncios y las acciones concretas sigue siendo enorme.
