Farmacéutico y bioquímico, se dedica desde hace muchos años a la neuroemoción. Descubrió que su hobbies es ir a ver a sus nietas.
Por Graciela Zorrilla
Julio nació el 23 de septiembre de 1952 en Alsina “un pueblito de campo pegado a Baradero”. Su padre era Atilio Julio Nastasia y su madre Nélida Norma Calero. Julio llega a Escobar a los 3 años junto a sus padres y a su hermanito, recién nacido.
“Papá buscaba vivienda y negocio en la zona. Llega a Escobar y en el famoso bar Rex conoce a Oscar “Pololo” Larghi y al “gato” Martín. Cuando mi viejo le cuenta que tenía intención de venir a poner una farmacia, le dicen que sólo existía del otro lado de la 25 hasta el hospital no existía ninguna. Lo pusieron en un Falcon y lo llevaron de Raponi que quería alquilar un negocio pero sólo para farmacia, que tenía una casa arriba. Ellos dos le arreglaron todo a papá y nos vinimos a 25 de Mayo al 600. La mudanza la hicimos con el tren que venía de Baradero a Escobar y después, con dos sobrinos de mis viejos, con las carretillas del ferrocarril, caminando por la 25 de mayo, llevábamos remedios y muebles hasta la nueva casa”.
A la primaria fue a la escuela Nº 2 y, como era bastante inquieto, su mamá lo metió un año antes. “Ahí hice tres años, después un año en el Colegio del Norte y terminé en el Belgrano. Me acuerdo de la señorita Blanca de primer grado y de “Titina” Vega. También a mis compañeras: Ana Palermo, Norma Casetani, Silvia Morandi, Zulma Bianco…La secundaria la hice en el San Vicente. Eran todos varones y los profesores todos curas que daban una materia distinta. Tuve el honor de conocer a Opeca (el candidato a premio Nobel) yo estaba en primero y el en quinto, terminando el bachiller. El colegio me gustaba mucho. Era como una familia”.
Julio estaba dentro de una familia sin ningún tipo de necesidades pero elegía salir a jugar con los chicos de la villa Marconi. “Me encantaba ir a jugar a la pelota. Era gente buenísima. No existía la inseguridad que hay ahora. Mi mamá sufría un poco, porque encima mi hermano me seguía, pero no podía hacer nada. A mí me gustaba mucho estar con ellos” (vuelve a reír)
Julio egresa en el año 69 y, tras un año sabático, se fue a la Universidad de La Plata, con una camada de escobarenses. “Rubén González, Carlitos Guevara, Magdaloni, allá nos recibimos todos. No éramos buenos alumnos pero nos recibimos todos (dice riendo). Alquilamos en una pensión. Eramos 15 y un solo baño (vuelve a reír). Igual la pasamos difícil, era la época de la represión.”
En el año 7,7 se recibe de farmacéutico y comienza a trabajar en la farmacia de su padre. Cuando pone la fundación IMAN, Investigaciones Medicina Alternativa Naturista, se aleja del trabajo diario en el negocio familiar. “Cuando vino el 2001, no pudimos soportar y cerré la fundación y volví a la farmacia. Paralelamente me dedique a la industria y desde hace 21 años soy director técnico de un laboratorio medicinal. De a poco me voy alejando de la farmacia.”
Julio se casó a los 25 años, con Ana María Fangio, quien estuvo a cargo de la farmacia de Loma Verde. Primero se llamaba farmacia Nueva Sagaro “Estuvimos 15 años casados y 11 de novios (sonríe) Crecimos juntos. Fue algo maravilloso. Tuvimos dos hijos maravillosos también, Pablo y Marcos. Pero después nos separamos, en el 92 y seguimos con una buena relación. Ana María falleció hace un año y medio. Tengo dos nietas hermosas, por parte de Pablo. Son mi cable a tierra. Es una nueva vida. Antes tenía hobbies como jugar al tenis pero descubrí que uno de mis hobbies es ir a ver a mis nietas. Es inexplicable. Hay que vivirlo”
Julio intentó rehacer su vida junto a Claudia, con quien tuvo otros dos hijos: “Cielo, de 18 años que vive conmigo y Ariel de 26 que está en España. Esta relación tampoco prosperó y estoy solo. Cómodamente solo”.
Nastasia es un conocido farmacéutico y bioquímico pero desde hace tiempo incursiona a través de su propio consultorio con la neuro ciencia. Hace dos años viajó a Barcelona a recibir su diploma de nivel universitario.” Lo mío es una carrera humanista, la bioneuroemoción. Mi referente y mentor es Enric Corbera”.
Hoy en día hablar sobre este lugar de la medicina parece “natural” y prestigioso gracias a las repercusiones de los doctores Rossetti y Manes, dentro y fuera del país. Hace 25 años atrás Julio era, sin lugar a dudas, un precursor. “Me cambió la vida, comencé a hacer elixires de flores y plantas y puse un laboratorio de investigación, llamé a todos los médicos del Hospital. Teníamos todas las especialidades incluso odontología y aparte las medicinas alternativas. En el año 1992, la Organización Mundial de la Salud aprobó esta ciencia. Antes era como un pecado o curanderismo, hoy es como una bendición. Lógicamente sigue sin convenirle a la industria farmacéutica. Lo digo desde adentro, puedo hablar desde los dos lugares.”
Julio sólo se arrepiente de haber integrado una empresa familiar. “No es fácil. Entré con un padre y un hermano, hay una sociedad dentro de la sociedad que no se puede disolver. Yo me tendría que haber independizado apenas me recibí. Pero no me puedo quejar porque la farmacia me dio muchas cosas… Me gustaría mucho que la gente haga lo que desee. Y que disfruten todo lo que puedan. De la vida, del entorno, y si el entorno no es bueno, que lo cambien. Porque si el entorno es malo se vuelve una enfermedad, pero si es bueno, te vuelve un triunfador Hoy, mi único sueño es seguir viajando más. Conocer otras costumbre, otras culturas. Y la mochila debe ser liviana“.