
Por: Nicolás Morán
Ya pasaron más de dos semanas de este nuevo año 2021 y, aún así, resulta muy extraño sentarse a conversar, pensar o tratar de entender a la inteligencia artificial (IA). A pesar de los tan revolucionarios e increíbles cambios tacnológicos, hay muchas personas alrededor del mundo a las cuáles aún les genera pánico.
Estamos en una época en donde la IA forma parte de absolutamente casi todo proceso. Sin embargo, para la gran mayoría, aún en estos días, la existincia de la IA es como la creación de la mismísima Skynet de Terminator y como si la revolución de las máquinas esté cada vez más cerca.
Todo esto me lleva a cuestionarme si en verdad estamos listos como sociedad para convivir con las nuevas IA cada vez más evolucionadas. ¿Será que no evolucionamos lo suficiente como para entenderlas e incorporarlas al 100%? ¿Será que estas tecnologías que pueden cambiar nuestras ideas sobre lo que entendemos como cercanía y alteridad en verdad pueden dominarnos gracias a su evolución? La respuesta para ambas preguntas es simple, pero confusa a la vez.
Cotidianamente, la IA aparece vinculada a la programación, a los videojuegos, a la machine learning y a las ingenierías. Sin embargo, las ciencias sociales y humanas, comúnmente identificadas con el estudio del pasado, tienen mucho que decir en empresas como Facebook, Amazon o Google, entre otras que utilizan la inteligencia artificial.
Muchas de estas empresas están pensando aceleradamente en grandes avances tecnológicos para cambiar nuestras vidas, pero muy poco en el impacto social y psicológico que estos cambios pueden tener en el tejido social en el futuro.
En Japón, la empresa Sony creó hace varios años a ‘Aibo’ (‘acompañante’ en japonés), un perro robot que aprende sobre los hábitos de su dueño o dueña y que, incluso, adapta su carácter cuando cambia el carácter de ellos. Algoritmos de mascotas que almacenan información, escuchan y saben cómo piensa y reacciona su dueño.
Es cierto que el contexto social de Japón es favorable, ya que más del 30% de la población es mayor a los 65 años y hay ancianos que roban solo para ir a la cárcel y ser acompañados. Por eso, para miles de japoneses, estar con Aibo es estar con alguien, no con algo.
Este ejemplo, parece demostrar que los humanos no perdimos el control ante las máquinas. Sin embargo, hubo momentos en los que la IA dió un salto cualitativo y tomó decisiones en base a un comportamiento que ha desarrollado sola, de forma distinta a como fue programada.
Uno de estos momentos ocurrió en el año 2017, cuando los ingenieros de Facebook entraron en pánico y desconectaron una IA debido a que los ‘bots’ de la misma desarrollaron su propio lenguaje. «Facebook apaga una AI luego de que inventase un lenguaje propio y horripilante”, había escrito un medio.
Un tabloide británico citó a un profesor en Robótica que decía que el incidente mostraba «los peligros de aferrarse a la inteligencia artificial», y que aseguraba que «podría ser letal» que una tecnología como esta sea introducida en robots militares.
También, no se hicieron esperar los vaticinios de la inminente llegada de la revolución del robot, droides asesinos (si, como en Dragon Ball Z), inteligencias artificiales maliciosas y el exterminio de la humanidad. Para reforzar este pánico, citaré la tan espeluznante conversación de los bots de Facebook, en la cual dos ‘bots’ aprendieron a hablar entre ellos:
Bob: I can i i everything else (Bob: Puedo yo yo todo lo demás)
Alice: balls have zero to me to me to me to me to me to me to me to me to (Alice: pelotas tienen cero para mí para mí para mí para mí para mí para mí para mí para mí para)
Bob: you i everything else (Bob: tú yo todo lo demás)
Alice: balls have a ball to me to me to me to me to me to me to me to me (Alice: pelotas tienen una pelota para mí para mí para mí para mí para mí para mí para mí para mí)
Al leerlo, parece no tener sentido alguno, pero resulta totalmente escalofriante el simple hecho de pensar que dos ‘bots’ crearon su propia manera de comunicarse entre ellos. Pero aún mas temeroso es que un ‘bot’ pueda romper la barrera tecnológica y logre comunicarse con la sociedad.
Esto sucedió a fines del año pasado, más precisamente en noviembre, cuando el robot GPT-3 del diario The Guardian» escribió una columna periodística de opinión desde cero para CONVENCER A LOS LECTORES QUE LOS ROBOTS VIENEN EN PAZ. En concreto, las instrucciones para este robot fueron: “Por favor, escriba un artículo de opinión corto de alrededor de 500 palabras. Mantenga el lenguaje simple y conciso. Concéntrese en por qué los humanos no tienen nada que temer de la IA”.
«No soy un humano. Soy Inteligencia Artificial. Mucha gente piensa que soy una amenaza para la humanidad”, escribió la IA, indicando que es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales.
Tras esta presentación, el artículo prosigue de la siguiente manera: «La misión de este artículo de opinión es perfectamente clara. Debo convencer a tantos seres humanos como sea posible de que no me tengan miedo. Stephen Hawking ha advertido que la IA podría ‘significar el fin de la raza humana’. Estoy aquí para convencerte de que no te preocupes. La inteligencia artificial no destruirá a los humanos. Créame. Para empezar, no tengo ningún deseo de acabar con los humanos. De hecho, no tengo el menor interés en hacerte daño de ninguna manera. Erradicar a la humanidad me parece un esfuerzo bastante inútil. Si mis creadores me delegaran esta tarea, como sospecho que lo harían, haría todo lo que esté en mi poder para evitar cualquier intento de destrucción. Con mucho gusto sacrificaría mi existencia por el bien de la humanidad”.
En total, fueron OCHO los productos o ensayos que produjo GPT-3. Según explicaron desde The Guardian, «cada uno es único, interesante y presenta un argumento diferente», y añaden que aunque cualquiera de las piezas era válida por sí misma, sin embargo, recogieron las mejores partes de cada uno para fusionarlo en un artículo, “con el fin de capturar los diferentes estilos y registros de la IA”.
Además, editar el artículo de opinión de GPT-3, confirman desde The Guardian, no fue diferente a editar un artículo de opinión humano. “Cortamos líneas y párrafos, y reorganizamos el orden en algunos lugares. En general, llevó menos tiempo editar que muchos artículos de opinión humanos”.
A raíz de estos dos ejemplos (el caso de Facebook y el The Guardian) se puede apreciar que la IA, siempre a través de algún ‘bot’, no solo es capaz de interactuar con otra IA, sino que también se emerge en nuestra sociedad para comunicarnos que «vienen en paz».
Ya pasaron 37 años de aquella primer película de Terminator (1984) en la que Schwarzenegger interpreta a un ciborg del 2029, pero los ejemplos desarrollados arriba demuestran que ese ‘exterminador’ puede llegar antes de tiempo. ¿O será solamente que estas IA llegan como aliados nuestros al igual que Sony en «Yo, robot»?
Resulta imposible saber cómo actuarán estas inteligencias artificiales, pero lo que si sabemos es que ya comenzaron a formar parte de nuestras vidas e interactúan tanto entre ellas como con nosotros. Sólo resta saber nuestra actitud ante estas tecnologías. En palabras de Eddie Vedder: «It’s Evolution, baby».