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lunes, noviembre 10, 2025
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    Gen Z en Perú encabeza nuevas movilizaciones contra reformas previsionales y corrupción

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    PROTESTAS – En las últimas semanas, las calles de Lima y varias ciudades peruanas se vieron colmadas por manifestaciones encabezadas principalmente por jóvenes de la llamada Generación Z. El motivo central fue la reforma previsional impulsada por el gobierno de Dina Boluarte, que obliga a todas las personas mayores de 18 años a afiliarse de manera obligatoria a una entidad de pensiones. Para los jóvenes, que ya enfrentan precarización laboral y altos niveles de desempleo, la medida se convirtió en la chispa que encendió un malestar acumulado desde hace tiempo.

    Pero el reclamo va mucho más allá de las jubilaciones. Los manifestantes también exigen el fin de la corrupción estructural en el Congreso y en el Poder Ejecutivo, instituciones con índices de aprobación ciudadana cercanos al 2 y 3 %. Además, denuncian la represión policial en movilizaciones pasadas y piden justicia por las víctimas de la violencia estatal ocurrida en protestas anteriores, especialmente durante la crisis política de 2023 y 2024.

    Las marchas han incluido cortes de calles, vigilias frente a edificios públicos y enfrentamientos con la policía. Organismos de derechos humanos reportaron varios heridos y denuncian detenciones arbitrarias de estudiantes y periodistas que cubrían las protestas. Las redes sociales han amplificado las consignas con etiquetas que se viralizaron rápidamente, mostrando la capacidad de organización digital de esta nueva generación.

    Analistas políticos señalan que el protagonismo juvenil marca un cambio en la dinámica de la protesta social en Perú. Tradicionalmente, las movilizaciones eran lideradas por sindicatos o gremios regionales, pero ahora los estudiantes y recién graduados imponen un nuevo estilo, descentralizado y más conectado con causas globales como el feminismo, el ambientalismo y la defensa de los derechos digitales.

    Si bien el gobierno ha intentado desactivar las críticas prometiendo revisar algunos artículos de la reforma, la desconfianza generalizada hace difícil que el anuncio calme las calles. La oposición, por su parte, busca capitalizar el malestar, pero carece de figuras fuertes capaces de canalizar políticamente la protesta. Todo indica que la tensión seguirá creciendo, en un país que parece atrapado en un ciclo interminable de crisis institucionales.

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