Por VGM Enrique Oscar Aguilar
Tumbledown: el último combate de la Guerra de Malvinas – Parte III
Malvinas: una derrota peleada vale más que una victoria casual
Mientras esto ocurría nos enteramos por radio de que en Buenos Aires lo que más preocupaba era que la selección argentina había perdido 1 a 0 con Bélgica en el Mundial de Fútbol de España. La distorsionada, cuando no falsa acción comunicacional impuesta por la Junta Militar, impidió que nuestro pueblo tomara la real dimensión del esfuerzo y sacrificio de sus soldados en Malvinas. Aunque cueste creer, esa tarde aterrizó el último vuelo de nuestra Fuerza Aérea, un Hércules C-130 que nos trajo otros dos cañones pesados (de 20 km de alcance) que por primera vez yo había solicitado al general Oscar Jofre a mediados del mes de abril, y él había rechazado mi pedido diciendo: “¿Para qué los quiere, si no va a ver enfrentamiento?”. En ese mismo avión regresaron al continente todos los capellanes militares, permaneció solo el Padre Gonzalo E. Pacheco de la Fuerza Aérea; las primeras misas en el campo de prisioneros de guerra en San Carlos las ofició un capellán católico inglés.
A partir de las primeras horas del día 14, la Guardia Escocesa atacó Tumbledown, pero se encontró con una resistencia jamás pensada. Se concretó entonces el accionar conjunto entre el BIM 5 y el GA 3, que exigió gran coordinación y estrecho contacto. Por su parte, con sus fuegos, el GA 4 batía fuerzas británicas que atacaban por el sector noroeste de Puerto Argentino. La batería del BIM 5 había quedado fuera de combate. Fue una noche larga, confusa e interminable. La oscuridad, iluminada por el rojo de los proyectiles trazantes de las ametralladoras y el resplandor en la boca de nuestros obuses y cañones al salir los proyectiles del tubo, daba a la noche un espectáculo dantesco y similar a miles y miles de fuegos artificiales.
Según Charles Lawrence, corresponsal del Daily Telegraph de Londres, “la artillería argentina dejó tirados a heridos y muertos pertenecientes a las unidades británicas”. Los Gurkas tomaron el monte William con débil resistencia. Los Guardias Galeses ocuparon finalmente Sapper Hill, pero “tuvieron que permanecer seis horas tratando de cruzar un campo minado bajo el fuego de la artillería argentina” (Watson, B. y Dunn P., Military Lessons of the Falkland Island War, pág. 164). No obstante, si bien el enemigo avanzaba con grandes dificultades, para nosotros la situación era insostenible. Avanzada la madrugada, Robacio solicitaba apoyo de fuego casi sobre sus tropas, lo que imponía la máxima precisión para evitar bajas por fuego propio, y el nerviosismo y el cansancio se acentuaba en el Centro de Dirección de Fuego del GA 3. Era imprescindible colocar una “cortina de fuego de artillería” entre el ataque inglés y el BIM 5, que combatió hasta el amanecer y su repliegue se realizó en orden. No se reportaron bajas por “fuego amigo”.
Continúa…