Con la anuencia de sus familiares, del Flamengo Fútbol Club de Garín y la Municipalidad de Escobar, el pasado sábado se bautizó con el nombre de Leo Wasinger a una de las tribunas del microestadio de Garín, a modo de homenaje a poco de cumplirse 9 meses de su fallecimiento.
“Nos enorgullece homenajear a un hombre como Leo, que fue una persona que se sintió mejor ayudando a los demás que a sí mismo. Por eso es un honor que el primer nombre que figure cuando uno entra al Microestadio sea el de un dirigente de un club de barrio, ya que esto habla de nuestra mirada del deporte como herramienta de inclusión, de desarrollo y de solidaridad entre pares”, explicó el jefe comunal, Ariel Sujarchuk, presente al momento de descubrir una placa en reconocimiento al trabajo realizado por Leandro Wasinger, fundador del Club Flamengo de Garín, el cual hasta el día de hoy continúa funcionando como un segundo hogar para los chicos del barrio que practican este deporte.
“Estuvo muy lindo, muy emotivo, especialmente para la familia y los amigos. Se lo merecía. Fue como una caricia para el alma”, expresó a este medio Rodrigo Pedrozo, delegado del Flamengo Fútbol Club de Garín. “Queremos agradecer a Jóvenes que Hacen, quienes, en parte, fueron los mentores de esta iniciativa junto con toda la comunidad futbolera y los vecinos que conocían al “Tano” Leo. Todos ellos fueron fundamentales para que esto se concrete. También al intendente Ariel Sujarchuk, a la secretaria de Abordaje y a Beto Ramil. Los hijos lo saben y se dan cuenta de la magnitud que tuvo todo esto y de lo querido que era su papá, porque es así, no vas a encontrar una persona que te hable mal de él, no tenía maldad, siempre estaba predispuesto para colaborar, para ayudar. Queremos agradecerles a todas esas personas y a todos los que se hicieron presentes el día sábado”, añadió.
Cabe señalar que Leandro “Tano Leo” Wasinger fue un vecino de la localidad de Garín que falleció en el mes de abril, en momentos en que se encontraba jugando un partido de fútbol en la entidad deportiva que él mismo fundó hace más de una década en el barrio La Madrugada. Tenía 45 años y era muy querido por la gente que concurría al club y por vecinos de otras entidades que valoraban su compromiso por inculcar entre los chicos valores de vida a través del deporte.