PUNTA QUERANDÍ – El tercer domingo de febrero coincidió con el 13º aniversario del acampe en defensa de Punta Querandí, una medida clave que consolidó la posesión indígena del territorio. «Rendimos homenaje a esta fecha ejerciendo una vez más la base de este proceso: el trabajo comunitario, eje fundamental del triunfo que significó salvaguardar el sitio sagrado ubicado en el Paraje Punta Canal de Dique Luján, epicentro de los barrios privados responsables de la destrucción de enterratorios de pueblos originarios y de miles de hectáreas de humedales continentales», anunciaron desde Punta Querandí.
«Las actividades tuvieron dos prioridades. En primer lugar, finalizar la construcción del horno de barro. Quedó pendiente para este domingo 26 de febrero, la realización de una escultura en la capa exterior del horno, tarea que llevará a cabo la profesora de arte Marisol Martínez. Entre otros ajustes, también es necesario hacer un techo para proteger la obra de las lluvias. Más allá de esto, a principios de marzo se estaría inaugurando».
«En segundo lugar, aprovechando la luna en cuarto menguante, se hizo un importante esfuerzo colectivo con el corte de paja brava, material necesario para la reconstrucción del quincho, un proyecto avanzado que requiere de un último empuje para cumplir con el objetivo».
Lula Yebra fue una de las entusiastas participantes de la jornada. «Pese a vivir muy lejos, ella viene seguido ya que la fortalece en su reencuentro con sus raíces mapuche por parte de su abuela oriunda de la zona conocida como Cristiano Muerto en Tres Arroyos. «Mañum (gracias) Punta Querandí por la gran lucha que llevan adelante hace dos décadas y por enseñarme y ayudarme a caminar de a poquito este camino de identidad»», expresó Lula, quien vive en Quilmes, a casi 80 kilómetros de distancia y unas tres horas de viaje.
«Otra persona que entregó su esfuerzo fue Kusi Ñawi, vecina de Escobar, profesora de quechua y miembro de Mink’akuy Tawantinsuyupaq, quien vino en varias ocasiones en las últimas semanas. Ella compartió una valiosa mirada sobre el valor del trabajo para la cosmovisión indígena, señalando que para los pueblos originarios esta actividad no está desvinculada de lo espiritual.
«Fue muy enriquecedora la jornada, no solo por lo material sino por lo espiritual. De la mink’a, el trabajo comunitario, uno sale fortalecido siempre, en lo colectivo y también en lo personal y en lo interior», manifestó Kusi, vecina del barrio Lambertuchi de Escobar.
«Cuando hablamos de que hay una luna en el mes para cosechar paja y no es en cualquier momento, tiene que ver con el respeto a ese ser vivo que nos va a ofrendar el material para nuestro techo y que nuestro material sea más durable», agregó, quien además es docente en la Escuela Raíces y Alas de Belén de Escobar.
«No es solo trabajar como un acto material sino también respetar una armonía, por eso es tan lindo para nosotros. El ‘llank’ay’ no es algo que nos pesa o que hacemos por un salario o en relación a una plusvalía. El trabajo nos dignifica y nos mantiene en comunidad», expresó.
«Estas jornadas laborales en Punta Querandí, el que no está empapado en la cosmovivencia, lo disocia de los días de ceremonias o de festejos, mientras que para el pueblo andino y así lo debe vivir el pueblo guaraní y otros pueblos, el trabajo es una ceremonia de conexión con lo espiritual, el trabajo es una fiesta de alegría porque sostiene lo comunitario. ¿Qué ceremonia o qué festejo vamos a tener si no hemos trabajado en comunidad para reforzar los lazos?», concluyó Kusi Ñawi.
Como siempre, la comunidad de Punta Querandí invita a sumarse a las jornadas de trabajo de cada domingo. Si querés ver los trabajos de los últimos meses, entrá a: https://puntaquerandi.com/category/jornadas-comunitarias/