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viernes, septiembre 20, 2024
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    El precio por una vida con mucha pasión

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    Miguel Ángel nació en Capital Federal el 19 de agosto de  1950. Oriundo de Avellaneda, se radico en Escobar hace 36 años. Vine en el 82.  Me había casado con la Dra. Ruth Coletes y nos fuimos a vivir al edificio  La Torre (Tapia e Hipólito Yrigoyen). Era entonces el único edificio que tenía la ciudad. Y en el 83 nos mudamos a mi casa actual de 25 de Mayo . Alquilamos con opción a compra. Adelante había dos locales y entonces pusimos los consultorios y el garaje.

     

    A Ruth la conoció en un Congreso de cardiología en Capital. El tenía 30 años y ella 24. Los Coletes eran ya una prestigiosa familia de médicos y ahora se sumaba este médico cirujano formado en el Hospital Araoz Alfaro. “Yo me hice al lado de un capitoste de la medicina que fue mi segundo  padre: Oscar Aguilar. Jefe del Departamento de cirugía del Hospital Tornú. Mi infancia en Avellaneda fue en la época en que se podía jugar en la calle. La única recomendación era “No vuelvas de noche”. Tomábamos el agua de la canilla, jugábamos a la pelota y andábamos en bicicleta por Sarandí.  Cuando íbamos al río nos acompañaba mi viejo”

    “El negro Peralta” tuvo una etapa de su vida: artística. De los 6 a los 12 años era bailarín folclórico y tocaba el arpa india. Se presentaba con el Valet de Amalia García en todas las radio de Capital y en los estudios del viejo Canal 7, cuando era el único en y Posadas.  “Primero empecé en una agrupación folclórica de Avellaneda, un día Amalia y Pancho Cárdenas nos vieron bailar y exaltaron el trabajo mío y de un amigo. Como mi papa era tímido como yo (dice entre risas, irónicamente)  fue hablarles y logro que nos  tomaran una prueba en su academia y así empezamos con las presentaciones”.

    Miguel Ángel además despunto como actor en la película La Madrastra con Jorge Salcedo, María Concepción César y Gilda Lousex…   Pero las horas de práctica y ensayo eran incompatibles con las de los estudios  secundarios y el joven se alejó de las tablas.

    Su acercamiento al área forense comenzó de chico. “Creo que soy un caso para estudio (dice riendo) Siempre quise ser médico. “A los 11 años mi viejo me regalo un rifle de aire comprimido, aun lo tengo, y cazaba pajaritos. Yo me llevaba los pajaritos. Mi mama me había regalado unas tijeras, una pinza de depilar y me había hecho un delantal con pechera,  de cuero, el chanchero, y una chica que trabajaba en la Berlinesa, inmensa fábrica de la Argentina prospera, me había regalado un barbijo. Con eso operaba a los pajaritos y le sacaba los balines. Después los cocía y después los enterraba. ”

    Una vez recibido en medicina  y pasada la etapa de las guardias, su único objetivo fue ser cirujano.

    Mi relación con Juan Fenoglio, allí por el año 86, yo ya estaba separado de Ruth, la primera vez,  hizo que me interesara por la medicina forense

    Desde que casi me muero, cuando me operaron el corazón, no puedo ejercer la medicina, ni dar clases. Estoy jubilado.  Ahora estoy aprendiendo a tocar la quena (dice sonriendo) mientras señala el instrumento sobre la mesa de su comedor. Estoy estudiando con   que es un pibe de Maschwitz, un capo total.

    De mi relación con Ruth tengo dos hijos maravillosos. María Laura y Nicolás. Y también tengo a mi nieta Renata.

     

     Graciela Zorrilla

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