CONFLICTO – La guerra en la Franja de Gaza, que se detonó tras el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023 y la respuesta de Israel, está dejando huellas profundas aún en ámbitos que parecían ajenos a la política: la música global.
Artistas y bandas de todo el mundo están manifestando su solidaridad con los palestinos y cuestionando sus lazos con compañías israelíes o eventos vinculados a Israel. Movimientos como “No Music For Genocide” cuentan con apoyo de figuras como Massive Attack o Björk, que piden boicotear la distribución musical en Israel. Al mismo tiempo, ciertos músicos israelíes como Lahav Shani reciben tanto boicots como ovaciones, lo que evidencia la complejidad del fenómeno.
En Europa, España, Francia y Reino Unido ya se debaten si eventos como el Eurovision Song Contest 2026 deberían ver la participación de Israel, en medio de peticiones de boicot. Se están volcando recursos hacia conciertos benéficos, peticiones en redes sociales y cuestionamientos al patrocinio corporativo vinculado a Israel.
Este giro cultural muestra que un conflicto armado no se queda en el terreno militar ni diplomático: tiene repercusiones globales en economía, medios, entretenimiento, redes sociales y valores sociales. Para vos: pensá cómo una canción, un festival o un artista pueden convertirse en “voz” de un conflicto lejano, y cómo la industria musical, que parece liviana, también es parte de un sistema de poder, identidad y valores.
Podés relacionar esto con globalización cultural, soft power, el rol de los artistas como actores sociales, y también con el tema de boicots internacionales (como ocurrieron en otros momentos de la historia, por ejemplo contra Sudáfrica durante el apartheid). En tu parcial, puede servir para un análisis tridimensional: lo político, lo cultural y lo simbólico.
El conflicto de Gaza sigue impactando la industria musical internacional
