MUESTRA Y ENCUENTRO EN EL H.C.D. DE ESCOBAR – Musicalizada por la Escuela Orquesta de Ingeniero Maschwitz, a cargo de su director Mariano Botet, inauguró en el Honorable Concejo Deliberante la muestra y encuentros sobre Etty Hillesum, «El cielo vive dentro de mí».
Las visitas guiadas desde el 26 al 29 de noviembre serán de 10.00 a 12.00, de 14.00 a 16.00, y el 28 de noviembre de 18.00 a 19.30.
El mismo 28, desde las 19.30 habrá una mesa de conversatorio que contará con la presencia del intendente Ariel Sujarchuk, Marcelo Schreginger y, como moderadora, Carolina Martín.
Nicolás Fernández Rubio, curador del HCD, dijo para este medio: «Estamos viendo ‘El cielo vive dentro de mí’, una muestra de Etty Hillesum, es super recomendable vengan. Vamos a estar toda la semana, Es una expo de una judía holandesa, descendiente de judíos, que vivió el holocausto. Es super recomendable, es una caricia al alma para el que la pueda visitar».
Por su parte, la Dra. Laura Guazzaroni destacó que: «Esta muestra sobre la palabra de Etty Hillesum, que es una mujer que fue víctima del holocausto. Su trabajo introspectivo, su labor hacia la espiritualidad, lo que nos dejó fue un legado sobre el amor la solidaridad y la compasión para poder vencer a la violencia. Este un recorrido que hay que hacer, hay que tomarse el tiempo de venir al Concejo Deliberante. El martes, miércoles, jueves y viernes va a haber visitas guiadas para que empiecen a hacer este recorrido y conozcan la vida y la palabra de esta mujer que en los tiempos más difíciles, de la violencia más abrumadora, supo dejar un mensaje de fe de solidaridad y de lucha por un mundo más justo y más igualitario», remarcó.
Etty Hillesum fue comparada con la vivencia de Anna Frank y fue ejecutada en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943, hace setenta y nueve años.
Ambas cayeron ante la barbarie nazi. Etty, como Anna, era judía. También ella, como Anna, llevó un diario de sus penurias en los días previos al cautiverio y a la muerte. Pero si Anna asomaba a la vida, Etty, que la doblaba en edad, buscaba un significado a la suya, un sentido, una coherencia que le permitiera comprender su breve pasado y asumir su inevitable futuro. Y buscaba a Dios. Buscaba la idea de un dios comprensivo, alguien en quien confiar, una mano que guiara y desentrañara, a ser posible, el árido rompecabezas de su personalidad.
En junio de 1942, los nazis promulgan en Holanda las leyes raciales de Núremberg y comienza la persecución, cautiverio y deportación de los judíos holandeses.
Etty entra a trabajar como dactilógrafa en el Consejo Hebraico, una institución amparada por el Tercer Reich para que actuara como una especie de puente con la población judía de los territorios ocupados. Para entonces, siete meses antes y en la famosa Conferencia de Wannsee, los nazis ya habían decidido eliminar a la población judía de Europa, calculada en once millones de personas. Etty toma una decisión: se presenta como voluntaria ante el ejército de ocupación para trabajar como enfermera en el campo de exterminio de Westerbork. Es testigo del horror, pero también es correo secreto de la resistencia, saca del campo los mensajes de los prisioneros, recoge en el exterior medicamentos para llevar al campo.
Los alemanes estrechan el cerco sobre los judíos holandeses. Lo harán hasta cuando la guerra esté perdida para los nazis, Anna Frank será capturada en Ámsterdam el 4 de agosto de 1944. De modo que los amigos de Etty le ofrecen refugio, escondite, una jugada de dados entre las deportaciones masivas. Pero ella está convencida de que la captura era inevitable. No quiere esconderse. El 6 de junio de 1943 se entrega a las SS: cinco meses después estaba muerta. Junto a ella se entrega toda su familia.
Dejó en las páginas finales de su diario, unos cuadernos que puso en manos amigas, una muestra de resignada esperanza, de melancólico fatalismo: “Quisiera vivir muchos años para poder explicarlo todo posteriormente. Pero, si se me concede este deseo, otro lo hará; otro continuará viviendo mi vida desde donde terminó”. Y luego: “Si llegase a sobrevivir esta etapa, surgiré como un ser más sabio y profundo. Pero, si sucumbo, moriré como un ser más sabio y profundo”.