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domingo, febrero 9, 2025
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    Divertida colonia de verano y murga para las familias de APADE

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    MATHEU – Para conocer cómo estaba transcurriendo la colonia de verano de APADE, dialogamos con Liliana de Toro, referente de la Asociación de Padres en ayuda al Deporte Especial, ubicada en Carlos V 1350 de Matheu.

    «Empezamos la colonia a mitad del mes de enero y hasta fines de febrero. Actividades recreativas, actividades deportivas y obviamente la tan bien ponderada pileta. Actividades acuáticas todo el tiempo y después viene el cierre con el campamento, que calculamos que será la última semana de febrero y en el medio vamos a participar con la murga en los carnavales de Matheu. Tenemos una murga, ‘Demasiado Fiestero'».

    En APADE hoy participan «35 familias, o sea, niños y jóvenes, no tan jóvenes, pero más o menos esa es la comunidad. No se olvide que APADE se caracteriza casualmente por albergar a la familia completa. Tenemos al pibe con discapacidad y la mamá, el papá, o el adulto responsable que llega a la institución, el joven, siempre está colaborando con la institución, porque las mamás son las que preparan el desayuno, porque acá en la institución, no sé si ustedes saben, pero acá ingresan a las 10 de la mañana el día sábado y están hasta las 3 y media de la tarde, desayunan y almuerzan en la institución. Así que los que colaboran son los mismos papás de los chicos o algún adulto responsable, con el mantenimiento, con el almuerzo, con hacer desayuno y almuerzo, la limpieza de la institución y después los papás o hermanos o algún familiar nos colabora con el parque, con el parquizado, con el mantenimiento, con la pileta», comenta con orgullo por el trabajo que llevan adelante de manera comunitaria.

    «El martes pasado se abrió el taller de costura para las mamás, donde vamos a elaborar, casualmente, porque ya es de público conocimiento, que tenemos la Academia de Taekwondo, que es la única academia de Taekwondo en Latinoamérica con niños y jóvenes con discapacidad en su totalidad. Así que estamos sumamente orgullosos».

    «Hacía rato que veníamos intentando hacer este taller, pero bueno, digamos como que no surgía, no teníamos los elementos, las máquinas sobre todo. Pero el señor Beto Ramil nos donó cuatro máquinas familiares, con la propuesta de llegar, digamos, el proyecto de marzo, la posibilidad de tener alguna industrial. Así que como nosotros, ni lerdo ni perezoso, empezamos a ver qué podíamos hacer y allí salió, hacer los pantalones para los chicos de Taekwondo».

    «Porque no solamente es carísimo, sino que a estos cristianos se les da por crecer para adelante o para arriba o para abajo, pero los chicos crecen y el pantalón de un año al otro, bueno, les quedan en la mitad de la rodilla más o menos, o en la mitad del hombro. Así que nada, lo nuestro es una pesadilla oriental, el hecho de tener que ver los uniformes al año siguiente».

    «Los chicos nos trajeron en diciembre, que es el cierre de la actividad lectiva que tenemos nosotros, donde terminamos con las competencias, la participación de las bonaerenses, los torneos de Taekwondo. Y en diciembre, con la llegada del Papá Noel, hacemos el cierre y ahí los chicos cambian el cinturón. Entonces, al año siguiente, los chicos vuelven con la actividad normal, con el receso este de verano, y nada, volvemos con el fantasmita de que nos falta, o ya les quedaron cortísimo, o crecieron, los chicos crecen una barbaridad. Entonces con ese tema y esa situación siempre que tuvimos, soñamos con el taller».

    Este año, «arrancó con todo, este año también nos convocaron casi a final de año, nos invitaron la Armada Argentina a través de un proyecto que ellos tienen, que se llama ‘Naveguemos Juntos’, con personas con discapacidad. Y es la primera vez, a través de nuestras redes, que conocieron a los pibes. Entonces, nos llamaron para ver si cabía la posibilidad de ir a una charla, con los papás y los chicos, para que conozcan cuál era el proyecto de ellos. Ellos ya hace como tres o cuatro años que lo vienen haciendo. Y van a participar de todo. ‘Me la voy a perder’, dije yo… ‘Arranquemos, gente’. Así que nos contratamos un colectivo y nos fuimos. Volvieron más maravillados de lo que yo esperaba».

    «Porque yo decía, no es lo mismo entrar, subir a una barcaza y empezar a hacer un paseo, que no es como el catamarán o el barquito de acá del Paraná. Es un barco de verdad. Más la tripulación, que son fantásticos, porque estaban los buzos tácticos, porque está la gente, el médico, todo, digamos, el equipo de navegación del armado. Ni por casualidad se querían bajar de los barcos», contó risueña.

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