Albergan el 40% de las especies vegetales y animales del mundo y una fuente crucial de agua dulce y un escudo contra el calentamiento global.
Cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales. Los humedales cubren el 6% de la superficie de la Tierra pero son el hábitat del 40% de todas las especies de plantas y animales, por eso son sumamente valiosos para conservar la biodiversidad del planeta y evitar el avance del calentamiento global.
Según Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 1000 millones de personas que viven en zonas rurales y urbanas de todo el mundo dependen de los humedales como medio de subsistencia.
Los humedales son «grandes aliados en la lucha contra el cambio climático» y alojan «casi la mitad de la biodiversidad del planeta«, mientras que en Argentina se estima que un 21,5% de su territorio está cubierto por ellos, señalaron especialistas en vísperas del Día Mundial de los Humedales.
Estas zonas de tierra inundadas, ya sea de forma temporal o permanente, son ecosistemas en donde el agua es su elemento central y define sus características físicas, vegetales, animales y cómo estos se relacionan entre sí.
La Convención Ramsar sobre los Humedales, un tratado internacional encargado de su conservación a nivel mundial, propuso que este año el lema para concientizar sobre la importancia de estas áreas sea «los humedales y el bienestar humano».
Ana Di Pancracio, directora ejecutiva de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) dijo a Télam: «Los humedales son uno de los tantos ecosistemas que existen en el país, como los de montaña, pastizales, ecosistemas costeros-marinos, entre otros. Y existen a lo largo de todo el país. Se estima que un 21,5% del territorio nacional está cubierto por humedal».
La especialista explicó que Argentina tiene una gran diversidad de humedales en seis grandes regiones como la Cuenca del Plata, Chaco, Pampas, Patagonia, Puna y la zona costera Patagónica, tanto en áreas urbanas como en periurbanas y rurales.
«Los humedales alojan al 40% de la biodiversidad mundial, casi la mitad de la biodiversidad del planeta y, entre sus funciones, además de alojar esta variedad de seres vivos, son grandes filtros saturadores y reservorios de agua dulce, que es un elemento central para la vida«, indicó.
Mitigan también los impactos de las lluvias y almacenan carbono, más que los bosques y que ningún otro ecosistema, transformándolos en «grandes aliados en la lucha contra el cambio climático».
Sin embargo, justamente una de las principales amenazas para estos ecosistemas es el cambio climático ya que, al hacer más severos sucesos naturales como lluvias y sequías, los tiempos de mayor o menor carga de agua se pueden ver acelerados y hacerse más graves.
Otro factor negativo es el uso productivo de estas áreas, ocasionando la destrucción de estos hábitats.
«La principal amenaza para los humedales es que se los empieza a drenar hasta que después se termina destinando el suelo a otro fin, poniendo en riesgo la función natural que cumplen estos ecosistemas«, añadió la especialista en biodiversidad.
La Convención Ramsar, suscripta en esa ciudad iraní en 1971, advirtió que «más del 80% de los humedales han desaparecido desde el siglo XVIII«, con una tendencia que «se está acelerando» ya que desde 1970 se perdieron el 35% de estas áreas a nivel mundial.
Y agregó que el 81% de las especies de humedales continentales, y el 36% de las especies costeras y marinas, disminuyeron en los últimos 50 años, poniendo en riesgo «el bienestar humano, los medios de vida y la salud del planeta».
La Alianza por los Humedales Andinos, integrada por organizaciones ambientales de Bolivia, Chile y Argentina, advirtió que estos humedales «están en riesgo grave por los impactos de la crisis climática, los cambios en el uso del suelo, y los impactos negativos de actividades extractivas como la minería de litio y otros».
En particular, este tipo de humedales, que son como «oasis en un desierto«, se ven principalmente amenazados por actividades mineras, en especial la de litio, que en los últimos años tomó reconocimiento ya que «es una necesidad global para la transición energética y el abandono del uso de los combustibles fósiles».
Blanco apuntó que la producción de litio «no es sustentable» en tanto «para extraerlo de los salares y salinas se utiliza un método de evaporación de agua en donde se extrae de la profundidad una salmuera de litio que se coloca en grandes piletas y se evapora«.
«En un ambiente semidesértico y en una situación de cambio climático con períodos de sequía, lo que se pierde es agua que se va a la atmósfera«, advirtió.