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viernes, febrero 14, 2025
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    Crimen en La Delfina: investigan a un vigilador del country

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    POR AHORA NO FUE DETENIDO – El fin de semana detuvieron a la empleada doméstica de Roberto Wolfenson. Se allanó la casa del empleado de seguridad, en Monterrey. Se secuestraron celulares y computadoras.

    Según informó el periodista Diego Recchini, este domingo allanaron la casa del encargado de la portería 2 de La Delfina, identificado como José Jara. Si bien no quedó detenido, está bajo investigación y se le secuestraron cuatro celulares, un CPU y una tablet.

    El allanamiento se realizó en una vivienda del barrio Monterrey, de Derqui. Los investigadores posaron su interés sobre Jara ya que fue él quien había recomendado a la detenida, una mujer llamada Rosalía Paniagua, para que realizara una suplencia como empleada doméstica en la casa de los Wolfenson.

    Precisamente, el día del crimen (jueves 22 de febrero), era su última jornada de trabajo. A su vez, Jara estaba de guardia ese mismo día y no revisó la mochila de Paniagua cuando la mujer se fue.

    En tanto, el fiscal Germán Camafreita volvió a allanar el country La Delfina, por lo que la Justicia se llevó los dos celulares de las porterías 1 y 2, para identificar cuál usaba Jara y analizar su contenido. De esta forma, investigarán si el portero investigado tiene comunicaciones con la mucama detenida por el homicidio de Roberto Wolfenson.

    Rosalía Soledad Paniagua quedó complicada luego de la revisión de las cámaras de seguridad instaladas en la vía pública. Además, en su poder tenía un parlante bluetooth que la viuda de Wolfenson reconoció como propiedad de su marido.

    Una cámara de Trenes Argentinos ubicada en la estación de Presidente Derqui muestra cómo Paniagua manipula dos celulares: a uno parece apagarlo (¿el de Wolfenson?) y luego se lo ofrece a otra mujer, que lo rechaza; por el otro envía un mensaje de voz.

    En los videos del andén también se observa que Paniagua tenía la mano izquierda inmovilizada con un pañuelo y en todo momento se mira la mano derecha, como si tuviera algún tipo de lesión, que pudo surgir de la lucha o del cordel con el que estrangularon a la víctima.

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