El histórico parador Atalaya, conocido por sus medialunas y su presencia emblemática en las rutas argentinas, cerró su sucursal en la ciudad de Zárate, dejando a unos 20 trabajadores sin empleo. El local, que funcionaba como punto de encuentro para viajeros y vecinos, bajó sus persianas en medio de un contexto económico cada vez más asfixiante.
Según trascendió, la decisión fue tomada por la empresa ante la fuerte caída del consumo, sumada al impacto del aumento de los alquileres y los servicios, que en los últimos meses se volvieron insostenibles. La firma resolvió concentrar sus operaciones en otra de sus sucursales, intentando minimizar costos frente a un panorama incierto.
Los empleados despedidos manifestaron su preocupación y malestar por la falta de previsión y alternativas, y alertaron sobre la dificultad de conseguir trabajo en un contexto de recesión generalizada. Algunos de ellos contaban con años de antigüedad en la empresa y señalaron que el cierre se dio de manera abrupta.
El caso de Atalaya se suma a una creciente lista de comercios, pymes y emprendimientos que no logran sostenerse ante el ajuste económico. La combinación entre la caída del poder adquisitivo, el aumento de los costos operativos y la ausencia de medidas que impulsen la producción o el consumo, golpea con fuerza al sector privado.
Mientras tanto, en Zárate, el cierre del local deja no solo trabajadores en la calle, sino también un vacío simbólico: el de un lugar que formaba parte del paisaje cotidiano y que ahora es otro reflejo más del deterioro económico que atraviesa al país.