Cuentos, relatos y poemas de un soñador despierto. Mariano Gabriel Molina nació en San Fernando pero vivió toda la vida en Escobar. Tiene 42 años, es abogado y docente. Escribe desde la adolescencia y le gusta reflejar en algún relato o alguna poesía las cosas que le pasan, sus inquietudes o planteos que se le ocurren. “Con el tiempo fui dejando de ser autorreferente para escribir ficción”, aclara. Sus referentes literarios son variados, desde los filósofos como Nietzsche y Foucault; teólogos como Karl Barth y Bonhoeffer, hasta Salinger, Borges, Dante, Petrarca, Benedetti, etc.
“Hace un par de años decidí que estaría bueno publicar un libro. Ya he tenido experiencias en que se publique algo mío, pero eran columnas de opinión o algún que otro relato. Es la primera vez que se publica un libro donde todo es escrito por mí. Todo lo miro desde la vivencia o si se quiere desde el problema de la existencia, el sentido y propósito de la vida, la lucha política, la duda cartesiana en cuanto a la trascendencia. La relación con el otro. El amor, pero no como sentimentalismo, sino en cuanto realización humana”, explica el autor.
El libro está compuesto por una serie de relatos y poesías. Trata de diversos temas, desde el amor hasta el miedo a la muerte, pasando por el problema de la existencia, la idea de Dios, la cobardía, la mala suerte, la alienación y hasta la problemática del aula y las injusticias de la impunidad por crímenes de la dictadura. Insomnio es el relato que le da nombre al libro, pero también es el hilo conductor.
Fragmento de Insomnio
“No era la primera vez que pensaba en la muerte. Le ayudaba a ver todo en perspectiva. A los catorce años estuvo gravemente enfermo, sufrió dos operaciones y palpó muy de cerca la posibilidad de tomarse “el Discovery”. Era el único adolescente en el pabellón del hospital, los demás eran pacientes de avanzada edad. Vio durante largos meses de internación cómo se iban muriendo uno a uno sus compañeros de habitación. Llegó a pensar que en cualquier momento le tocaba a él. Esa sensación siempre lo acompañó. Las pocas veces que trató el tema con alguien y que éste le recriminara su actitud tan pesimista, le contestaba con Shakespeare: ¿Nunca leíste Hamlet? En la escena del cementerio, en el diálogo de los dos enterradores, el joven le pregunta al viejo sobre cuánto hace que trabaja allí. Este le contesta: “Desde el mismo día que nació el príncipe Hamlet”. ¿Te das cuenta? Shakespeare nos dice que empezamos a morir el mismo día que nacemos”.