CON UNA RECAUDACIÓN HISTÓRICA – Después de años difíciles marcados por la pandemia y una abultada deuda con la AFIP, la Asociación de Padres y Amigos del Niño Especial (APANE) de Escobar vuelve a ponerse de pie con energía renovada. Lo que parecía un obstáculo inquebrantable comenzó a ceder gracias a una histórica jornada solidaria: el tradicional almuerzo organizado por la entidad, que no sólo colmó expectativas sino que dejó cifras sorprendentes para la institución.
En las últimas horas, «Tony» Mastronardi -presidente de APANNE-, habló en exclusiva con Paula Geerneck, para Radio Líder. En esta oportunidad, El Diario de Escobar hizo eco sobre las palabras del vecino escobarense quien informó lo que dejó ese evento que, en palabras del propio referente, significó: «un muy buen envión» para un colectivo que había quedado prácticamente paralizado. «El almuerzo cerró muy bien», dijo con una mezcla de orgullo y alivio. “La verdad que nos ayudó un montón porque la recaudación fue buena”. Según explicó, entre la venta de fideos, entradas y otras acciones vinculadas a la jornada, la asociación logró reunir alrededor de 5.900.000 pesos, cifra que podría trepar a 6 millones una vez ajustados algunos detalles. A esto se le sumó una donación de un millón de pesos por parte del Municipio, con el compromiso de otros tres millones más. Así, la institución logró, al menos por ahora, un respiro en medio de un panorama financiero que venía siendo asfixiante.
Pero APANNE no se detuvo allí. El 11 del mismo mes se llevó a cabo otro evento, esta vez en el Club Ferroviarios, donde también hubo buena convocatoria aunque no tan destacada como en el almuerzo principal. “Nos quedó más o menos 1.500.000”, contó Mastronardi, valorando incluso las acciones más pequeñas como parte de un todo: “Siempre digo que para tener una montaña de arena hace falta el primer granito”. Aprovechó la ocasión para agradecer especialmente a las entidades que colaboraron, como Sportivo —que pagó la música— y Boca, que se hizo cargo de la emisión de las entradas. También destacó el respaldo de Ferroviarios, que prestó sus instalaciones.



A pesar del alivio que traen estos eventos, Mastronardi no oculta la dimensión del desafío económico que enfrentan. Con absoluta franqueza, explicó que la principal deuda que arrastra la asociación es con la AFIP. “Tenemos una problemática que empezó en la pandemia. No venían aumentando los servicios, pero nosotros sí teníamos que pagar a la gente, que siguió con aumentos de sueldo. Nos atrasamos en cargas sociales”. Hoy, a valores actuales, esa deuda asciende a unos 92 millones de pesos, compuesta por 40 millones de capital y unos 50 millones de intereses acumulados. “Esto es como que iría apagando el interés entonces”, expresó con cierta ironía, aludiendo a que los eventos recientes apenas alcanzan para reducir el peso de los recargos.
Consciente de que no se puede seguir adelante sin ordenar las cuentas, desde APANNE trabajan con un asesor económico en la posibilidad de ingresar a una moratoria y negociar una quita de intereses. “Estamos buscando todos los contactos posibles y también iremos a hablar con el intendente a ver si nos puede dar una mano”, explicó. Para Mastronardi, la deuda se siente como una injusticia, porque cubrieron una función que debería haber asumido el Estado. “Es como un castigo”, lamentó.

APANNE fue, durante años, un espacio fundamental para muchas familias. Supo subsidiar a cinco chicos en simultáneo, pero con el correr del tiempo y los golpes económicos que se acumularon —sobre todo durante la pandemia—, ese sistema de asistencia se volvió insostenible. “Yo siempre decía que hasta la pandemia veníamos diez puntos. Después, no trabajamos casi dos años, y eso tenía que explotar en algún momento”, reconoció. A pesar de las dificultades, hasta ahora no han recibido intimaciones formales por parte del organismo recaudador. “Gracias a Dios, toco madera”, bromeó, aunque sabe que esa situación es frágil y compartida con muchas otras instituciones del país.
Sin embargo, el espíritu de lucha no se apaga. En paralelo a las gestiones económicas, APANNE ya piensa en nuevos eventos. La idea de repetir el almuerzo, esta vez en julio, está sobre la mesa. “Quedó mucha gente afuera. No alcanzaron las entradas y todos nos están pinchando para que lo volvamos a hacer”, contó Tony. La elección del lugar aún está en debate. El Club Ferroviarios, donde solían realizarse estos encuentros, debió modificar su cocina, lo que representa un inconveniente logístico. “Estamos viendo si adaptamos el menú a algo más simple, como pollo con ensalada, para poder hacerlo igual”, dijo. Lo importante, asegura, es que la gente disfrute, que salga contenta, que tenga ganas de volver.
La energía que hoy circula por la asociación es diferente. Con la recaudación reciente como base, y una agenda de eventos por venir, el equipo de APANNE se propone “volver a organizar todo como corresponde y sin sobresaltos”. La próxima gran meta es la asamblea anual, que implicará también algunos cambios internos y el relanzamiento formal de las actividades.
Tony Mastronardi cerró la entrevista con palabras que resumen lo que hoy representa APANNE para Escobar y para sí mismos: “Gracias, gracias Escobar, gracias a todos los amigos, gracias infinitas. Nos caímos, nos sacudimos, nos levantamos y seguimos”. En una Argentina muchas veces incierta, el testimonio del presidente de APANNE es, sin dudas, una muestra de resistencia, de comunidad, y de esperanza que deja plasmado una vez más que con la voluntad propia, se pueden lograr muchísimas cosas.
Por Lucas Rodrigo Barzola