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martes, abril 22, 2025
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    Ana Paula Farabello sobre el caso de E.E.S. N° 4: «no hay que culpabilizar a los padres, vivimos en una sociedad cada vez más violenta»

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    Lic. Ana Paula Farabello, psicóloga.

    Para dar luz al preocupante caso en el que una estudiante junto a sus compañeros planeaban mediante un grupo de WhatsApp intimidar a un colegio entero con armas de fuego, desde una mirada profesional y analizando los hechos que nos preocupan tales como este caso, en profundidad, dialogamos con la Licenciada Ana Paula Farabello, psicóloga, profesora de psicología, perito psicóloga, especialista en adicciones y ex directora del Hospital de Salud Mental y Adicciones «Papa Francisco». Además, actualmente, trabajadora del área de educación de la Municipalidad de Escobar.

    Consultada sobre cuál es su opinión personal y profesional de este caso, Farabello analizó que: «Antes que nada lo mencionaría como violencias, porque en el escenario escolar encontramos un montón de expresiones de violencia, o sea, esta no es la única. Hay varios, varias expresiones; la discriminación, el destrato También son parte de la violencia. Yo creo que esta situación que vivimos hoy en esta escuela es el reflejo de lo que está pasando a nivel social, y es el reflejo de lo que está sucediendo en general. La escuela de por sí es un escenario donde podemos ver muchas situaciones que en realidad también ocurren afuera, pero que en esos contextos podemos identificarlas, podemos problematizarlas, porque muchas veces en otros lugares, por ahí, eso que ocurrió hoy en esta escuela de Maschwitz está naturalizado. Hay contextos fuera de la escuela donde circular con armas o amenazar está naturalizado. En el escenario escolar podemos identificar esto, problematizarlo, correrlo de lo natural y, a su vez, también abordarlo para que podamos pensarlo entre todos y dar una solución. Porque es un síntoma de una sociedad que se está enfermando».

    «Hay un hecho importante, nuestro país se compara y se mira hacia arriba, se mira hacia el norte. No nos olvidemos que Estados Unidos es el mayor productor de psicópatas del mundo y es el país que tiene la mayor cantidad de casos de asesinos seriales del mundo. Entonces a veces cuando nos comparamos, ‘el primer mundo y el tercer mundo’, siempre desmereciendo, hay cosas que no se tienen en cuenta. Como las violencias que circulan en ese tipo de países donde cuando uno empieza a analizar el escenario, -que yo soy perito psicóloga y también estudio la psicopatía-, esos tipos de países son los que mayor cantidad de casos de estos tienen ahora. ¿En qué nos estamos transformando nosotros, no? Porque comparándonos con los sistemas económicos, vos escuchás que hay muchas personas que anhelan tener ese sistema económico, pero ese sistema económico es un sistema que promueve la competencia, el individualismo, la ley del más fuerte. En esos sistemas económicos vale más qué es lo que tenés, qué auto te compraste, qué zapatillas tenés puestas, eso vale mucho más que los valores, que la educación, que los ideales. Entonces a veces también cuando miramos hacia el norte tenemos que tener en cuenta cuál es el costo, ¿no? De competir constantemente para tener, tener, tener y que eso sea como lo más importante siempre. Y esos sistemas económicos también traen falta de empatía».

    «Esa pérdida de valores, obviamente después se va a ver reflejada en este resultado, en lo que empezamos a ver hoy. Y los jóvenes son el mayor síntoma de esto. A ver, en un momento yo vi algunos comentarios por ahí que se hacen en las redes, se cae muchas veces en culpabilizar a las familias, pero yo creo que tenemos que hacernos responsables todos de esta situación, como sociedad. Es una corresponsabilidad que tenemos que construir, porque este no es el único caso».

    «No podemos caer sobre la familia de esta joven o mañana la de otro, porque en realidad no es el único caso. Hay muchos casos de este tipo, incluso creo que el año pasado o el anterior ocurrió también en una escuela de El Cazador. Entonces no podemos caer sobre la familia, sino hacernos cargo todos de qué valores estamos construyendo y desde ahí poder aportar una mirada. Cada uno un granito de arena, me parece que desde ahí».

    Consultada acerca de si consideraba que tener armas en casa era un hecho negativo para la educación de los jóvenes, Farabello explicó que «Yo considero que sí, porque es más de lo mismo. Es seguir sosteniendo discursos de armas, de violencia, que nos atraviesan de forma transversal. Desde la motosierra, con la que se corta todo, se arranca todo, hasta el arma que uno puede tener en la casa, ¿sí? Promueven la violencia. Yo considero que realmente lo mejor es no tener armas y también en esta línea poder pensar. Porque el año pasado estuvo en debate esta situación en la campaña electoral con respecto a que si los ciudadanos podían estar armados o no. Y siempre eso nos lleva a un camino de violencia, que es justamente el que tenemos que, entre todos, tratar de deconstruir. Yo, a ver, no quiero caer en culpabilizar a las familias ni, bueno, al padrastro de justamente de esta joven. Ni siquiera sabemos si todos los comentarios que circulan son reales o no. Sí, como especialista te digo que realmente no es lo más recomendable. Es como dicen, ‘las armas las descarga el diablo’. Entonces, en ese sentido, la verdad es que yo no lo promuevo. Yo creo que la corresponsabilidad acá es lo que corresponde. Somos responsables todos de construir algo diferente. Y más en esta situación donde los jóvenes, en la actualidad, yo los veo en el consultorio, terminan el secundario y no saben qué hacer, no saben qué estudiar, no saben dónde buscar trabajo, no saben cómo hacerlo. Y esto tiene que ver con la pérdida de proyección a futuro también que está circulando entre los jóvenes. Los papás trabajan muchas horas, vuelven a la casa cansados. Hay una falta de comunicación. En una era en la que estamos todos comunicados, entre comillas, dentro de los hogares estamos incomunicados. La realidad es esa. Pero no podemos caer en culpabilizar a una mamá o a un papá. Porque también hay muchas faltas de herramientas. Y no porque no quieran tenerlas, sino porque no nos las estamos dando entre todos, no circulan».

    En este contexto, la Licenciada Farabello hizo hincapié en la importancia de la educación emocional en las escuelas, «sabemos resolver cálculos matemáticos, sabemos la regla de tres simples, que después creo que es lo que más usamos de lo que aprendimos en matemática en la escuela. Pero no sabemos resolver cuando, por ejemplo, empezamos a sentirnos ansiosos ante una situación, no sé, novedosa o conflictiva, no sabemos cómo hacer para resolverlo. Yo le pregunto a los jóvenes en el consultorio, por ejemplo, ¿para qué sirve el enojo? ¿Para qué sirve la ira? ¿Para qué sirve la angustia? ¿Cuál es su finalidad? Y no me saben responder. La gente no sabe ni siquiera para qué sirven cada emoción, cuál es su función. No saben cómo hacer cuando se sienten irascibles para poder resolverlo. Tampoco nos enseñan a resolver conflictos a través de la palabra. Entonces, creo que eso es un aprendizaje que debemos incorporar en las escuelas».

    A su vez, también destacó que, afortunadamente, «cada vez hay más conciencia sobre esto. En nivel inicial se está incorporando. Hay muchas presentaciones que se llevaron a cabo para que se incorpore a través de, en el currículum no escolar, como materia o como unidad en alguna materia. Pero que debe estar presente, porque seguramente vamos a tener más crisis emocionales, más ataques de pánico, más picos de ansiedad, como lo quieras llamar, que situaciones en las que tengamos que usar el cálculo de la tangente. Entonces, me parece que, sin desmerecer obviamente los conocimientos ni matemáticos ni de prácticas de lenguaje, pero creo que esto también es importante y que debe estar».

    Cuestionada sobre qué patología podríamos atribuirle a la joven que planeaba el atentado en la escuela secundaria, Ana Paula explicó que «hacer diagnósticos sin conocer a un paciente determinado es algo fuera de la ética, ¿no? Yo no podría decirte, ‘bueno, esta joven tiene X problemática, X diagnóstico’. Estaría fuera de la ética profesional si lo hiciera, porque para eso necesitamos evaluar a un paciente. Pero siempre cuando hay expresión de una violencia tan alta, es un joven que también está pidiendo ayuda, está pidiendo la mirada de los adultos y que acompañemos ahí. Eso sí me parece súper importante destacarlo. O sea, hay que acompañar a los jóvenes, acercarnos a ellos. Cuando los vemos irascibles, cuando los vemos tristes, angustiados, hay que acercarse y preguntar. Nunca está de más y mucho más en el contexto escolar».

    «En lo que es educación hay una guía de intervención que tiene todo un protocolo de cómo se debe intervenir en cada situación de violencia. Eso está como organizado y las escuelas lo llevan a cabo. Tienen los equipos de orientación. Hay un protocolo específico que se debe utilizar».

    Respecto a qué medidas cree que deberían tomar con la menor de edad, principal responsable de este preocupante hecho, Ana Paula comentó que «Bueno, no solo con esta joven, sino con todas las clases de violencia que ocurren dentro de un aula y fuera de un aula también. Porque esto, como hemos visto, ocurrió en un grupo de WhatsApp. Por un lado los padres deben fortalecer la comunicación. Se entiende que muchas veces se trabaja muchas horas, que estamos todos muy cansados. Pero tratar siempre de estar con la escucha activa. Poder conversar con nuestros hijos. Ver qué les pasa. Preguntarles. Estar atentos. Ante cualquier situación, sentarnos, darnos el momento de poder conversar para que ellos nos puedan contar qué les está pasando, qué están atravesando. Esto por el lado de los padres. Siempre que hay duda, consultar con un profesional. A veces es solamente poder acercarse con el joven, o la joven, a una evaluación con un psicólogo, con algún profesional que les pueda decir si tienen alguna duda cuál es el estado emocional de su hijo. No tener miedo de consultar. El psicólogo, si está todo bien, les va a decir ‘no, mirá, tenés un miedo’ porque por ahí se aíslan. Los papás empiezan con esos miedos. ‘No, se encierran la habitación, no sale’; bueno, pero ante la duda, consultar. Eso siempre. Trabajar mucho la comunicación. Y por otro lado, la prevención. Por eso yo hacía hincapié en la educación emocional y en poder trabajar en las escuelas, el aprendizaje de habilidades sociales y comunicacionales. ¿Por qué hincapié de que esto debe ocurrir en la escuela? Porque hay papás que no tienen tampoco esas herramientas como para transmitírselas a los hijos o hijas. No es algo inherente del ser humano y tampoco es algo que nos hayan enseñado en la escuela. Yo tengo 40 años y antes se educaba con chancleta y castigo. No es como ahora. Yo aprendo estas herramientas a través de mi carrera. Sino, creo que hoy tampoco las tendría incorporadas».

    «Tiene que ver con que las familias no tienen, muchas veces, la capacidad de poder transmitir instrumentos que los jóvenes puedan utilizar ante situaciones que los desbordan. Entonces, como no podemos garantizar que ese aprendizaje y esa enseñanza sea a través de papá, mamá, hijos o de cualquier adulto responsable hacia los jóvenes, porque a veces no es mamá, papá, a veces pueden llegar a ser tíos, abuelos; como no podemos garantizarlo, debe ser la escuela la que pueda compartir esas herramientas a los jóvenes. Esa es la única forma de garantizar que como sociedad podamos solucionar este tipo de problemas de violencia. No hay otra manera».

    «Por eso yo al principio te decía esto de que el escenario escolar es el reflejo de lo que pasa fuera, en la sociedad, pero en general, no solo en la familia, sino también en la esquina, en la televisión, con los discursos de violencia que se escuchan a diario, como cuando vemos que están golpeando a los jubilados en una plaza, ancianos en el piso con sangre, esas imágenes impactantes. Vivimos en un escenario de violencia, la escuela permite problematizarla, hay situaciones de violencia que vienen naturalizadas de la casa al escenario escolar. Sí, de la casa, pero también es mucho más amplio, no es solo de la casa. Es de lo que se ve en internet, de lo que se ve en televisión, de lo que se ve en una esquina, ¿no? La escuela lo que permite es problematizar eso, decir, ‘a ver, chicos, esto no está bien, esto no es lo natural, esto no es lo aceptable, hay otras opciones, hay otras formas de resolver estos conflictos’, y también acompañando a la joven, por ejemplo en este caso, que escribió estos mensajes. Porque no solucionamos el problema violentando también a la joven. Yo entiendo la preocupación de todos los papás, y me pongo en su lugar porque también soy mamá de dos chicos, pero violentando tampoco lo solucionamos; al contrario, generamos más violencia, más violencia en las redes, más violencia en la televisión, entonces esta situación hay que acompañarla, porque en este caso esta joven se encuentra en construcción. Es una personalidad y un psiquismo en construcción que tenemos que acompañar para que pueda constituirse de otra manera. No bajo estas formas de violencia. Así como esta joven, todos los jóvenes. Todos, porque hay muchas formas de manifestar la violencia en las escuelas, puede ser incluso hasta cuando los jóvenes se enojan, se levantan y se van afuera del salón, al patio, sin pedir permiso al docente, cuando revolean papelitos, cuando insultan, cuando dicen ‘no, yo no lo voy a hacer’, cuando están con el celular sin prestar atención al docente que les está hablando; hay un montón de formas en las que esta violencia se expresa, pero no podemos culpabilizar a los jóvenes. Tenemos que hacer algo diferente los adultos para que esto cambie, porque si señalamos con el dedo y en vez de hacernos responsables nosotros los culpabilizamos, esto se va a ir empeorando», culminó.

    Ana Paula Farabello también trabaja desde la psicoterapia y tiene su propio consultorio particular en la zona céntrica de Belén de Escobar. El número para comunicarse con ella es 11-2234-9909.

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